El bien es el valor otorgado a una acción de un individuo,
es una inclinación natural a fomentar lo deseable, motivado por una comprensión
del entorno, de las personas (por ejemplo a través de un profundo ejercicio de
la empatía) y/o de uno mismo. Un conjunto de buenas acciones (acciones bien
ejecutadas) que propugnan lo bueno para el propio individuo.
La teoría metafísica, según la cual el Bien es la realidad y
justo la realidad perfecta o suprema y es deseado como tal.
La teoría subjetiva, según la cual el Bien es lo deseado o
lo que gusta, y es tal sólo en esta relación.
El pensamiento humano ha seguido estos dos caminos
divergentes: lo absoluto y lo relativo. Entre los pensadores contemporáneos se
mantienen aún ambos puntos de vista, aunque tiene más adeptos el relativo. Para
el hombre moderno, que mira a la ciencia y a la razón con gran respeto, es
difícil encontrar argumentos adecuados que justifiquen la teoría absoluta del
bien y del mal.
La postura relativista supone, incluso, que las actitudes
básicas del hombre, tales como el amor y el miedo, que se asocian casi siempre
al bien y al mal, respectivamente, producirán efectos distintos según las
épocas y las sociedades en las cuales se produzcan, algo que no resulta fácil
aceptar. Si no existe actitud mejor que otra, tampoco debemos esforzarnos por
adoptarla.
Bien moral no es aquello que perfecciona a una realidad
según su modo específico de ser y actuar, ya que para alcanzar tal perfección
los modos concretos no están dados. Es la libertad quien tiene que elegirlos y
dado que no está asegurado que alcancemos los fines naturales del hombre, la
naturaleza humana tiene unas referencias orientativas para la libertad.
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